jueves, 29 de mayo de 2014

Los posibles encuentros: Hitler y Freud

Relojes Blandos o La Perseverancia de la Memoria / Salvador Dalí, 1931 

Me encontré con esta columna en diario El Universo hace algunos días, se titula Hitler y Freud escrita por Iván Sandoval Carrión. Realmente me deja sin palabras: 

Una investigación reciente, realizada por el escritor británico Laurence Marks y su compatriota el psicoanalista John Forrester, erudito en la vida y obra de Sigmund Freud y traductor de Jacques Lacan al inglés, indica que Freud sugirió la internación para diagnóstico y tratamiento de Adolf Hitler en una institución para niños con problemas nerviosos cuando el pequeño tenía 6 años de edad. En 1895, el padre del psicoanálisis todavía no era conocido por su descubrimiento, y más bien tenía un merecido prestigio en Viena como neurólogo y especialista en parálisis cerebral infantil. Al parecer, la madre del pequeño Adolf lo llevó donde Ernest Bloch, el médico de la familia, porque el niño sufría severos trastornos de conducta y pavores nocturnos.
Bloch, un médico judío de provincias, consultó al profesor Freud de Viena y obtuvo esa recomendación. Alois, el padre de Hitler, desestimó la sugerencia y más bien prosiguió su trato violento y humillante hacia su hijo, en contra de Klara, su madre que lo sobreprotegía. Adolf creció con un odio secreto hacia el padre, que se prolongó hasta después de que este murió. ¿Qué hubiera pasado si se hubiese acogido la opinión de Freud? ¿Acaso se hubiera evitado el Holocausto? No necesariamente, y es ocioso imaginarlo. Más bien podemos meditar en lo que sí sabemos: que en la vida de personajes como Hitler, Stalin, Mussolini, Franco y otros se halla frecuentemente una relación mala o inexistente con un padre brutal o insignificante, y una madre victimizada e idealizada que sobrevalora a su hijo y lo usa contra el padre.
En estos casos, la encarnación del progenitor como función paterna que representa la ley fracasa. En su lugar surge la construcción del Estado fascista o totalitario como poder absoluto, y este suplanta a la ley como aquello que rige la vida de los ciudadanos. Si Alois Hitler, funcionario aduanero, quería que su hijo hiciera carrera como empleado público, Adolf repudia el deseo de su padre y más bien erige el totalitarismo logrado, donde el Estado lo incluye todo y donde no hay ciudadano que no sea empleado público. La lógica del proyecto hitleriano, el “Tercer Reich que debía durar mil años”, lo aproxima a la de un delirio psicótico. ¿Cómo es posible que una fantasía de ese tipo se haya puesto en acto y haya sido compartida por millones de ciudadanos alemanes hace casi 80 años?
Una hipótesis para entender algo de lo que pasó en Alemania y en otros lugares, y de lo que sigue ocurriendo en países como Corea del Norte, podemos encontrarla en un escrito freudiano fundamental: Psicología de las masas y análisis del yo. Si los libros de Sigmund Freud fueron quemados públicamente por los nazis en 1938, no es tanto por el hecho de que él era judío, sino por las ideas contenidas en sus textos. El discurso del psicoanálisis se ubica al reverso del discurso del amo, y el totalitarismo es la versión delirante y a veces lograda del discurso del amo. Quizás por ello, los fascismos, totalitarismos y despotismos siempre desestiman y persiguen al psicoanálisis, y prefieren el apoyo de teorías más “neurocientíficas” como justificación de sus proyectos.
Por: Iván Sandoval Carrión
Link: http://www.eluniverso.com/opinion/2014/05/27/nota/3019986/hitler-freud

domingo, 25 de mayo de 2014

Oculto Dios

La Madona de Port Lligat de Salvador Dalí, 1950

Si beber de ti me niegas la palabra,
la voz que nunca tuve;
si la mirada, por buscarte los ojos;
si a todo lo que encuentro 
le vas quitando el nombre
y a lo que toco,
la posibilidad del tacto;
si mudas la memoria de sitio
y me cierras los libros antiguos,
con la misma oscuridad te ciegas
y con tu propia mano 
borras los signos que te alientan;
oh Dios que has sido rama
y crepúsculo
en la sombra de la tarde.

José Ramón Blanco

Extraído del texto Creer después de Freud de Carlos Domínguez Morano

viernes, 23 de mayo de 2014

Síntesis


Synthesis, Sammy Chong, 2009
Acrylic and oil on canvas
36" x 40

http://sammychong.com/artwork/2454074_Synthesis.html

lunes, 19 de mayo de 2014

El saber fuera de la ciencia

Imagen: http://chakanahealing.com/about-chakana/the-chakana-a-universal-symbol/

"El saber es experiencia ancestral o experiencia sedimentada en el curso de la vida; experiencias vitales, no repetibles a voluntad como las que se efectúan en los laboratorios [...] Saberes que aparecen tras un acontecimiento extremo, enfermedad, muerte de un ser querido, un desengaño amoroso, o la alegría y la felicidad"

María Zambrano, Notas de un método
Extraído del texto: Salud mental infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. Prevención y clínica en psicopatología infantil de Federico Menéndez Osorio

sábado, 17 de mayo de 2014

Hogar

Home, Sammy Chong, 2007
Acrylic and oil on canvas
30" x 24"
Extraído de: http://sammychong.com/artwork/2453989_Home.html

jueves, 15 de mayo de 2014

Hablando de máscaras y otras verdades del Yo

Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la Guerra Civil), Salvador Dalí, 1936

En estos días me encuentro sumergido en El Estadio del Espejo que trabaja Lacan para darnos cuenta de la formación del famoso Yo. Hace unos días les compartí el texto íntegro que se encuentra en Escritos I del mencionado autor. Como podrán darse cuenta, el Yo constituye una formación imaginaria en la estructura psíquica del sujeto, es decir, se forma una gestalt con la cual el niño/niña captura sus fragmentos, lo cual causa un júbilo enorme (a partir de aquí se explica la violencia, los celos y la envidia en el ser humano).

Es de conocimiento general las famosas frases "su personalidad es así" o "ella/el no tiene personalidad". La palabra deriva del griego prosopon que hace referencia a una máscara, como las que se usan en las representaciones teatrales. Todos tenemos personalidad en la medida que nos disfrazamos para encontrarnos con el otro sin presentarle nuestra falta y, así mismo, el otro se nos muestra con sus mejores trajes, evitando que se observe la gangrena que crece en su interior (estoy siendo ilustrativo).

A propósito de todo esto, recuerdo en mi primer año de universidad, hace ya algunos años, que la profe de narratología nos compartió este texto con la intención de una reflexión similar (no sé si habrá leído Lacan, yo hasta ese entonces, no había construido su existencia). Es el cuento de Esopo, Las dos alforjas


Prometeo al modelar a los hombres les colgó dos alforjas, 
una de defectos ajenos, otra de los propios.
La de los ajenos la puso delante, pero la otra la colgó detrás.
Desde entonces les ocurre a los hombres que de lejos 
ven los defectos ajenos, pero no miran los suyos propios.
Esta fábula podría utilizarse para el varón entrometido que, 
ciego en sus propias cosas, se ocupa de las que no le conciernen

miércoles, 14 de mayo de 2014

Wesak: una manera propia de despertar


Hoy miércoles 14 de mayo  se celebra el festival de Wesak en donde se considera que Siddhartha Gautama, el Buddha, nació, alcanzó la iluminación y también falleció en esta fecha de luna llena.

El budismo me sorprende enormemente por su sencillez y claridad en la enseñanza ética: el amor y la compasión. De una forma extraña comencé a familiarizarme con esta filosofía en manos de un sacerdote católico (Marco Vinicio Rueda S.J.). En mi experiencia en el cristianismo desde la espiritualidad ignaciana, Ignacio de Loyola descubre que la praxis de Cristo se basa en el amor y se manifiesta en el servicio hacia los demás. 

Buddha significa despierto y se nos invita a abrir los ojos para detener la rueda del sufrimiento del samsara. Si algo caracteriza mi forma de existir (aunque sea en la posibilidad del intento) es el cortar la maleza con que se nos nubla la conciencia y fluir a través de la sabiduría, entendida como un equilibrio entre los afectos y la razón. 

Mi deseo para hoy a mis lectores: ¡Despertemos!

Aquí un video sobre el festival de Wesak:





martes, 13 de mayo de 2014

La formación de la imagen yoica

Parte del tríptico de El jardín de las Delicias o La pintura del madroño, El Bosco, 1500-1505

Aquí les dejo este escrito de Lacan para quienes deseen sumergirse en la formación del Yo: 

El estadío del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica
Jacques Lacan. Escritos I. Editorial Siglo XXI.

La concepción del estadio del espejo que introduje en nuestro último congreso, hace trece años, por haber más o menos pasado desde entonces al uso del grupo francés, no me pareció indigna de ser recordada a la atención de ustedes: hoy especialmente en razón de las luces que aporta sobre la función del yo [je] en la experiencia que de él nos da el psicoanálisis. Experiencia de la que hay que decir que nos opone a toda filosofía derivada directamente del cogito.

Acaso haya entre ustedes quienes recuerden el aspecto del comportamiento de que partimos, iluminado por un hecho de psicología comparada: la cría de hombre, a una edad en que se encuentra por poco tiempo, pero todavía un tiempo, superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo como tal. Reconocimiento señalado por la mímica iluminante del Aha-Erlebnis, en la que para Kohler se expresa la apercepción situacional, tiempo esencial del acto de inteligencia.

Este acto, en efecto, lejos de agotarse, como en el mono, en el control, una vez adquirido, de la inanidad de la imagen, rebota en seguida en el niño en una serie de gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual a la realidad que reproduce, o sea con su propio cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él.

Este acontecimiento puede producirse, como es sabido desde los trabajos de Baldwin, desde la edad de seis meses, y su repetición ha atraído con frecuencia nuestra meditación ante el espectáculo impresionante de un lactante ante el espejo, que no tiene todavía dominio de la marcha, ni siquiera de la postura en pie, pero que, a pesar del estorbo de algún sostén humano o artificial (lo que solemos llamar unas andaderas), supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su actitud en una postura mas o menos inclinada, y conseguir, para fijarlo, un aspecto instantáneo de la imagen.

Esta actividad conserva para nosotros hasta la edad de dieciocho meses el sentido que le damos, y que no es menos revelador de un dinamismo libidinal, hasta entonces problemático, que de una estructura ontológica del mundo humano que se inserta en nuestras reflexiones sobre el conocimiento paranoico.

Basta para ello comprender el estadio del espejo como una identificación en el sentido pleno que el análisis da a éste término: a saber, la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen, cuya predestinación a este efecto de fase está suficientemente indicada por el uso, en la teoría, del término antiguo imago.

El hecho de que su imagen especular sea asumida jubilosamente por el ser sumido todavía en la impotencia motriz y la dependencia de la lactancia que es el hombrecito en ese estadio infans, nos parecerá por lo tanto que manifiesta, en una situación ejemplar, la matriz simbólica en la que el yo [je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto.

Esta forma por lo demás debería más bien designarse como yo-ideal, si quisiéramos hacerla entrar en un registro conocido, en el sentido de que será también el tronco de las identificaciones secundarias, cuyas funciones de normalización libidinal reconocemos bajo ese término. Pero el punto importante es que esta forma sitúa la instancia del yo, aún desde antes de su determinación socia!, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo; o más bien, que sólo asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el éxito de las síntesis dialécticas por medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo [je] su discordancia con respecto a su propia realidad.

Es que la forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder, no le es dada sino como Gestalt, es decir en una exterioridad donde sin duda esa forma es mas constituyente que constituida, pero donde sobre todo le aparece en un relieve de estatura que la coagula y bajo una simetría que la invierte, en oposición a la turbulencia de movimientos con que se experimenta a sí mismo animándola. Así esta Gestalt, cuya pregnancia debe considerarse como ligada a la especie, aunque su estilo motor sea todavía confundible, por esos dos aspectos de su aparición simboliza la permanencia mental del yo [je] al mismo tiempo que prefigura su destinación enajenadora; está preñada todavía de las correspondencias que unen el yo [je] a la estatua en que el hombre se proyecta como a los fantasmas que le dominan, al autómata, en fin, en el cual, en una relación ambigua, tiende a redondearse el mundo de su fabricación.

Para las imagos, en efecto, respecto de las cuales es nuestro privilegio el ver perfilarse, en nuestra experiencia cotidiana y en la penumbra de la eficacia simbólica, sus rostros velados, la imagen especular parece ser el umbral del mundo visible, si hemos de dar crédito a la disposición en espejo que presenta en la alucinación y en el sueño la imago del cuerpo propio, ya se trate de sus rasgos individuales, incluso de sus mutilaciones, o de sus proyecciones objetales, o si nos fijamos en el papel del aparato del espejo en las apariciones del doble en que se manifiestan realidades psíquicas, por lo demás heterogéneas.

Que una Gestalt sea capaz de efectos formativos sobre el organismo es cosa que puede atestiguarse por una experimentación biológica, a su vez tan ajena a la idea de causalidad psíquica que no puede resolverse a formularla como tal. No por eso deja de reconocer que la maduración de la gónada en la paloma tiene por condición necesaria la vista de un congénere, sin que importe su sexo, y tan suficiente, que su efecto se obtiene poniendo solamente al alcance del individuo el campo de reflexión de un espejo. De igual manera, el paso, en la estirpe, del grillo peregrino de la forma solitaria a la forma gregaria se obtiene exponiendo al individuo, en cierto estadio, a la acción exclusivamente visual de una imagen similar, con tal de que esté animada de movimientos de un estilo suficientemente cercano al de los que son propios de su especie. Hechos que se inscriben en un orden de identificación homeomórfica que quedaría envuelto en la cuestión del sentido de la belleza como formativa y como erógena.

Pero los hechos del mimetismo, concebidos como de identificación heteromórfica, no nos interesan menos aquí, por cuanto plantean el problema de la significación del espacio para el organismo vivo, y los conceptos psicológicos no parecen más impropios para aportar alguna luz sobre esta cuestión que los ridículos esfuerzos intentados con vistas a reducirlos a la ley pretendidamente suprema de la adaptación. Recordemos únicamente los rayos que hizo fulgurar sobre el asunto el pensamiento (joven entonces y en reciente ruptura de las prescripciones sociológicas en que se había formado) de un Roger Caillois, cuando bajo el término de psicastenia legendaria, subsumía el mimetismo morfológico en una obsesión del espacio en su efecto desrealizante.

También nosotros hemos mostrado en la dialéctica social que estructura como paranoico el conocimiento humano la razón que lo hace más autónomo que el del animal con respecto al campo de fuerzas del deseo, pero también que la determina en  esa "poca realidad" que denuncia en ella la insatisfacción surrealista. Y estas reflexiones nos incitan a reconocer en la captación espacial que manifiesta el estadio del espejo el efecto en el hombre, permanente incluso a esa dialéctica, de una insuficiencia orgánica de su realidad natural, si es que atribuimos algún sentido al término "naturaleza".

La función del estadio del espejo se nos revela entonces como un caso particular de la función de la imago, que es establecer, una relación del organismo con su realidad o, como se ha dicho, Innenwelt con el Umwelt.

Pero esta relación con la naturaleza está alterada en el hombre por cierta dehiscencia del organismo en su seno, por una Discordia primordial que traicionan los signos de malestar y la incoordinación motriz de los meses neonatales. La noción objetiva del inacabamiento anatómico del sistema piramidal como I de ciertas remanencias humorales del organismo materno, confirma este punto de vista que formulamos como el dato de una verdadera prematuración específica del nacimiento en el hombre.

Señalemos de pasada que este dato es reconocido como tal por los embriólogos, bajo el término de fetatización, para determinar la prevalencia de los aparatos llamados superiores del neuroeje y especialmente de ese córtex que las intervenciones psicoquirúrgicas nos llevaran a concebir como el espejo intra-orgánico.

Este desarrollo es vivido como una dialéctica temporal que proyecta decisivamente en historia la formación del individuo: el estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental. Así la ruptura del círculo del Innenwelt al Umwelt engendra la cuadratura inagotable de las reaseveraciones del yo.

Este cuerpo fragmentado, término que he hecho también aceptar en nuestro sistema de referencias teóricas, se muestra regularmente en los sueños, cuando la moción del análisis toca cierto nivel de desintegración agresiva del individuo. Aparece entonces bajo la forma de miembros desunidos y de esos órganos figurados en exoscopia, que adquieren alas y armas para las persecuciones intestinas, los cuales fijó para siempre por la pintura el visionario Jerónimo Bosco, en su ascensión durante el siglo decimoquinto al cenit imaginario del hombre moderno. Pero esa forma se muestra tangible en el plano orgánico mismo, en las líneas de fragilización que definen la anatomía fantasiosa, manifiesta en los síntomas de escisión esquizoide o de espasmo, de la histeria.

Correlativamente, la formación del yo [je] se simboliza oníricamente por un campo fortificado, o hasta un estadio, distribuyendo desde el ruedo interior hasta su recinto, hasta su contorno de cascajos y pantanos, dos campos de lucha opuestos donde el sujeto se empecina en la búsqueda del altivo y lejano castillo interior, cuya forma (a veces yuxtapuesta en el mismo libreto) simboliza el ello de manera sobrecogedora. Y parejamente, aquí en el plano mental, encontramos realizadas estas estructuras de fábrica fortificada cuya metáfora surge espontáneamente, y como brotada de los síntomas mismos del sujeto, para designar los mecanismos de inversión, de aislamiento, de reduplicación, de anulación, de desplazamiento, de la neurosis obsesiva.

Pero, de edificar sobre estos únicos datos subjetivos, y por poco que los emancipemos de la condición de experiencia que hace que los recibamos de una técnica de lenguaje, nuestras tentativas teóricas quedarían expuestas al reproche de proyectado en lo impensable de un sujeto absoluto: para eso hemos buscado en la hipótesis aquí fundada sobre una concurrencia de datos objetivos la rejilla directriz de un método de reducción simbólica.

Este instaura en las defensas del yo un orden genético que responde a los votos formulados por la señorita Anna Freud en la primera parte de su gran obra, y sitúa (contra un prejuicio frecuentemente expresado) la represión histórica y sus retornos en un estadio mas arcaico que la inversión obsesiva y sus procesos aislantes, y estos a su vez como previos a la enajenación paranoica que data del viraje del yo [je] especular al yo [je] social.

Este momento en que termina el estadio del espejo inaugura, por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales (tan acertadamente valorizado por la escuela de Charlotte Bühler en los hechos de transitivismo infantil), la dialéctica que desde entonces liga al yo [je] con situaciones socialmente elaboradas.

Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia abstracta por la rivalidad del otro, y hace del yo [je] ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, aún cuando respondiese a una maduración natural; pues la normalización misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de un expediente cultural: como se ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo de Edipo.

El término "narcisismo primario" con el que la doctrina designa la carga libidinal propia de ese momento, revela en sus inventores, a la luz de nuestra concepción, el más profundo sentimiento de las latencias, de la semántica. Pero ella ilumina también la oposición dinámica que trataron de definir de esa libido a la libido sexual, cuando invocaron instintos de destrucción, y hasta de muerte, para explicar la relación evidente de la libido narcisista con la función enajenadora del yo [je], con la agresividad que se desprende de ella en toda relación con el otro, aunque fuese la de la ayuda más samaritana.

Es que tocaron esa negatividad existencial, cuya realidad es tan vivamente promovida por la filosofía contemporánea del ser y de la nada.

Pero esa filosofía no la aprehende desgraciadamente sino en los límites de una self-sufficiency de la conciencia, que, por estar inscrita en sus premisas, encadena a los desconocimientos constitutivos del yo la ilusión de autonomía en que se confía. Juego del espíritu que, por alimentarse singularmente de préstamos a la experiencia analítica, culmina en la pretensión de asegurar un psicoanálisis existencial.

Al término de la empresa histórica de una sociedad por no reconocerse ya otra función sino utilitaria, y en la angustia del individuo ante la forma concentracionaria del lazo social cuyo surgimiento parece recompensar ese esfuerzo, el existencialismo se juzga por las justificaciones que da de los callejones sin salida subjetivos que efectivamente resultan de ello: una libertad que no se afirma nunca tan auténticamente como entre los muros de una cárcel, una exigencia de compromiso en la que se expresa la impotencia de la pura conciencia para superar ninguna situación, una idealización voyeurista-sádica de la relación sexual, una personalidad que no se realiza sino en el suicidio, una conciencia del otro que no se satisface sino por el asesinato hegeliano.

A estos enunciados se opone toda nuestra experiencia en la medida en que nos aparta de concebir el yo como centrado sobre el sistema percepción-conciencia, como organizado por el "principio de realidad" en que se formula el prejuicio cientificista más opuesto a la dialéctica del conocimiento, para indicarnos que partamos de la función de desconocimiento que lo caracteriza en todas las estructuras tan fuertemente articuladas por la señorita Anna Freud: pues si la Verneinung representa su forma patente, latentes en su mayor parte quedarán sus efectos mientras no sean iluminados por alguna luz reflejada en el plano de fatalidad, donde se manifiesta el ello.

Así se comprende esa inercia propia de las formaciones del yo [je] en las que puede verse la definición mas extensiva de la neurosis: del mismo modo que la captación del sujeto por la situación da la fórmula más general de la locura, de la que yace entre los muros de los manicomios como de la que ensordece la tierra con su sonido y su furia.

Los sufrimientos de la neurosis y de la psicosis son para nosotros la escuela de las pasiones del alma, del mismo modo que el fiel de la balanza psicoanalítica, cuando calculamos la inclinación de la amenaza sobre comunidades enteras, nos da el índice de amortización de las pasiones de la civitas.

En ese punto de juntura de la naturaleza con la cultura que la antropología de nuestros días escruta obstinadamente, solo el psicoanálisis reconoce ese nudo de servidumbre imaginaria que el amor debe siempre volver a deshacer o cortar de tajo.

Para tal obra, el sentimiento altruista es sin promesas para nosotros, que sacamos a luz la agresividad que subtiende la acción del filántropo, del idealista, del pedagogo, incluso del reformador.

En el recurso, que nosotros preservamos, del sujeto al sujeto, el psicoanálisis puede acompañar al paciente hasta el límite extático del "tú eres eso", donde se le revela la cifra de su destino mortal, pero no está en nuestro solo poder de practicante, el conducirlo hasta ese momento en que empieza el verdadero viaje.

TOMADO DE LOS ESCRITOS I de Jacques Lacan  

domingo, 11 de mayo de 2014

De la pureza y otras manifestaciones de la sexualidad

Considero que el trabajo de Sigmund Freud realmente tiene una vigencia enorme y siguen sus textos siendo sagrados para quienes intenten una aproximación a la historia de la civilización. Tomando un curso de una de mis pasiones, la espiritualidad (entendida como un sentido de vida y una forma de ser) me encuentro con una palabra que ha tenido toda una odisea en los avatares existenciales: PUREZA.

La escribo con mayúsculas porque su peso yoico ha sido y sigue siendo motivo de tormentosos sufrimientos. Mencioné a Freud en el inicio porque en sus escritos de Tótem y Tabú, pude encontrar respuestas a la exogamia, al monoteísmo, al parricidio y por tanto, a la enorme culpa que generó el asesinato del padre que tenía el acceso al goce total. Esta instauración de culpa por muerte al padre, podría dar inicio a la ley que anuda en lo simbólico al surgimiento de la cultura. Hace unos días leí el título de un ensayo que me dejó algo sorprendido: Desangustiar no desculpabilizar (espero traerlo en las próximas publicaciones).

No es inusual para quienes nacemos en una tradición judeo-cristiana toparnos con el enlace que se realiza entre sexualidad y pureza: la castidad y la virginidad como ideales divinos, religiosos. Encuentro un punto de negación al goce, al placer (como si se recordara la muerte al padre y se lo reverenciara de alguna forma a través de estos semblantes). No es necesario mencionar ejemplos detallados, solo hay que echar un vistazo a la Edad Media. Extraño. Y esto nos acarrea a la famosa y bien conocida CULPA. Me vienen a la mente una serie de imágenes en donde la mortificación del cuerpo, del sentir corporal marcaría la estrecha línea entre el favor divino y el narcisismo de una santidad ideal. Los invito a contemplar la película El Nombre de la Rosa (si pueden adentrarse al libro de Umberto Eco sería mejor)

Sin pretender convertir este post en un ensayo, la misma palabra PUREZA en otra tradición religiosa (oriental) se entiende como libertad respecto al velo emocional. Detallo que en mi entender, la imaginaria línea que divide al mundo en Oriente y Occidente parecería realmente edificar una manera particular de ver y sentir la realidad por quienes habitan en sus tierras. El tema de la sexualidad en Oriente fluye de una manera más integral al ser humano. La noción de purificación, mortificación corporal no involucra necesariamente una negación del placer, del goce, como se ha pretendido desde cierto ideal en Occidente. Este tema es tan extenso y enriquecedor que tengo, por elección, toda la vida para seguirlo profundizando.

Aun así confieso mi aversión total a la idolatría de una deidad mortificadora, que castiga, que vigila las sábanas de sus súbditos para enviar castigos por permitir que dos cuerpos se enlacen fuera de sus leyes. El desconocimiento a veces es muy descarado porque muy dentro de diversas teologías y espiritualidades de Occidente, realmente esta deidad está superada y se camina a un entender del ser humano integral. Vale recordar que la vida en la ignorancia también es una elección personal, por eso, hay que salir de nuestras celdas y dejarse encontrar. 


El Cristo hipercúbico, Salvador Dalí, 1954

miércoles, 7 de mayo de 2014

La existencia del pansexualismo inexistente

Hace algunos años, cuando comencé a entrar en la obra de Sigmund Freud, recuerdo que los comentarios a mi alrededor afirmaban que su trabajo era pansexualista. A primera vista, por no decir, muy a la ligera, podemos creer que su pensamiento batalla en medio del campo de las gónadas. Por razones de elección profesional, he podido profundizar más en el psicoanálisis y definitivamente, si bien la sexualidad sumerge al ser humano en todas sus relaciones, la misma palabra sexualidad no es sinónimo de pene-vagina ni coito (asociación inmediata cultural).

Leyendo Ciencia y Psicoanálisis (1999) de Ronald Portillo se aclara un poco más el panorama que si el psicoanálisis es pansexualista o no:

"Mucha gente cree que el psicoanálisis es una cogedera eterna, penes entrando dentro de vaginas... como algunos kleinianos han querido creer: penes voladores, vaginas terrestres y ven como aterrizan... qué se yo. No; eso es caer en la perversión de la hermenéutica, en la perversión de la significación. 
¿Qué es lo que plantea el sentido sexual siempre?: que hay relación sexual, que hay rapport sexual. ¿ Qué plantea el psicoanálisis?: que este sentido sexual tiene un límite. Pero, en términos freudianos, ¿qué viene a poner un límite a eso?: ¡la castración! La castración viene a decir: no todo es sexual. No hay un pansexualismo y no hay rapport sexual. Es lo que plantea Lacan, es una lógica indefectible, imparable"

Joven virgen autosodomizada por su propia castidad, 1954. Salvador Dalí

lunes, 5 de mayo de 2014

Las decisiones del guerrero

Pintura de Oswaldo Guayasamín 

"La impecabilidad es hacer lo mejor que puedes en todo lo que
haces[...] En un mundo donde la muerte es el cazador no hay tiempo para dudas ni lamentos. 
Sólo hay tiempo para decisiones. No importa cuáles sean las decisiones. Nada puede ser más serio o menos serio que
lo demás. 
En un mundo donde la muerte es el cazador no hay decisiones
grandes o pequeñas. Sólo hay decisiones que un guerrero toma a la vista de su muerte inevitable
(Viaje a Ixtlán)

Carlos Castañeda

Extraído de: Revista 84Mil

domingo, 4 de mayo de 2014

La cotidianidad de un santo


Esta semana he tenido un tropiezo ideológico con la definición de santo. Más que definición (aunque las palabras llenan de existencia a los cuerpos), se trató de un tropiezo subjetivo de: ¿a quién se debe considerar santo?. No deseo meterme en campo religioso porque en esa serie de leyes que estructuran una institución, me declaro alta y profundamente ignorante.

Me basaré plenamente en una experiencia personal:

Existe un hombre que me enseñó que los días son oportunidades de vivir agradecido por lo que se posee; que las mayores de la proezas se las realizan en silencio; que para descubrir a un ser humano se necesita despejar nuestra mente de prejuicios con los que se cubre el miedo; que la tierra es fértil cuando aprendemos a convivir con las diferencias; que al dolor se lo enfrenta sin quejas; que la responsabilidad de los hechos se asume en primera persona; que no se necesita acudir a grandes universidades para volverse un sabio; que la verdad es una manera de focalizar al mundo y que no todos poseemos los mismos filtros para contemplar las mismas cosas; que la mejor historia jamás contada se relata en el recuerdo de nuestros riesgos tomados; que la amistad es fruto de una consciencia despierta; que el rosto de Dios o de la Trascendencia no tiene raza, sexo ni siquiera religión; que la vida en la ciudad se la puede llevar como una aventura universal; que los pequeños gestos son los que frenan a raya a la oscuridad; que no hay polaridades válidas y que la felicidad se halla en un centro; que no se necesitan trajes de diseño para lucir la belleza humana; que la realización personal no es una meta sino un camino.

Si tuviera que declarar santo a un hombre sin duda alguna, se lo otorgaría a este ser que me enseñó que la lluvia es necesaria para contemplar el florecer de los arupos. Justamente desde una habitación que me acogió por largo tiempo, comprobé que la sabiduría de este hombre radicaba en su nobleza de corazón y su sintonía con la Consciencia. Quienes lo conozcan reconocerán rápidamente que su nombre también significa Roca.

Esto, para mí, es un santo.

sábado, 3 de mayo de 2014

Cadenas de pensamientos

"Vivimos bajo una cadena de pensamientos 
que selecciona y aísla 
un único aspecto de la realidad"

Matthieu Ricard


viernes, 2 de mayo de 2014

El espíritu de Séneca


En los discursos altamente humanísticos de Pepe Mujica me he topado muchas veces con el anuncio de un personaje: Séneca. He ido en su búsqueda y me encuentro ahora entre algunas de sus obras: Tratado de la brevedad de la vida, Tratado de la vida bienaventurada y Tratado de la pobreza

En la introducción del libro que contiene estos tratados, Pedro Donoso me sorprende con estas palabras refiriéndose a Séneca:

"No se trata de que el sabio no sufra. La diferencia está en el cómo. Quien comienza a entender cómo funciona el orden cósmico ya no repara en los hechos por separado, sino que comprende que determinado sufrimiento es parte de un proceso a gran escala" 




jueves, 1 de mayo de 2014

Este mundo es efímero


"Este mundo es efímero
como una estrella al amanecer,
como una burbuja en un arroyo,
como el destello de un relámpago
en una nube de verano,
como una lámpara titilando,
como una sombra,
como un sueño"

Buddha 

Extraído de la revista: 84Mil No 5

"Esta revista está pensada para brindarte una experiencia integral en temas de desarrollo humano, con la idea de que el refinamiento constante de la consciencia genera un cambio gradual, pero palpable en tu vida.¡Léela y haz la prueba!"

—Alan Murillo, Director editorial

La ficción es realidad: El Silmarillion

En el mito existe una implicación de nuestra existencia: narraciones que nos subjetivan, que nos dan palabras representativas para aquello que aún no logramos aprehender: nuestro ser. Manifestamos letras, creamos personajes, inventamos paisajes. Todos, absolutamente todos, son ciertos. La ficción es realidad. 

A continuación les reproduzco el inicio de la obra El Silmarillion de J.R.R. Tolkien. La trilogía de El Señor de los Anillos tiene su génesis. 

"En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa. Y les habló y les propuso temas de música; y cantaron ante él y él se sintió complacido. Pero por mucho tiempo cada uno de ellos cantó solo, o junto con unos pocos, mientras el resto escuchaba; porque cada uno solo entendía aquella parte de la mente de Ilúvatar de la que provenía él mismo, y eran muy lentos en comprender el canto de sus hermanos. Pero cada vez que escuchaban, alcanzaban una comprensión más profunda, y crecían en unisonancia y armonía."

Imagen: http://www.communitas.pe/24399-thickbox/el-silmarillion.jpg