Considero que el trabajo de Sigmund Freud realmente tiene una
vigencia enorme y siguen sus textos siendo sagrados para quienes intenten una
aproximación a la historia de la civilización. Tomando un curso de una de mis
pasiones, la espiritualidad (entendida como un sentido de vida y una forma de
ser) me encuentro con una palabra que ha tenido toda una odisea en los avatares
existenciales: PUREZA.
La escribo con mayúsculas porque su peso yoico ha sido y sigue siendo motivo de
tormentosos sufrimientos. Mencioné a Freud en el inicio porque en sus escritos
de Tótem y Tabú, pude encontrar
respuestas a la exogamia, al monoteísmo, al parricidio y por tanto, a la enorme
culpa que generó el asesinato del padre que tenía el acceso al goce total. Esta
instauración de culpa por muerte al padre, podría dar inicio a la ley que anuda
en lo simbólico al surgimiento de la cultura. Hace unos días leí el título de
un ensayo que me dejó algo sorprendido: Desangustiar
no desculpabilizar (espero traerlo en las próximas publicaciones).
No es inusual para quienes nacemos en una tradición
judeo-cristiana toparnos con el enlace que se realiza entre sexualidad y
pureza: la castidad y la virginidad como ideales divinos, religiosos. Encuentro
un punto de negación al goce, al placer (como si se recordara la muerte al
padre y se lo reverenciara de alguna forma a través de estos semblantes). No es
necesario mencionar ejemplos detallados, solo hay que echar un vistazo a la
Edad Media. Extraño. Y esto nos acarrea a la famosa y bien conocida CULPA. Me
vienen a la mente una serie de imágenes en donde la mortificación del cuerpo,
del sentir corporal marcaría la estrecha línea entre el favor divino y el
narcisismo de una santidad ideal. Los invito a contemplar la película El Nombre de la Rosa (si pueden
adentrarse al libro de Umberto Eco sería mejor)
Sin pretender convertir este post en un ensayo, la misma
palabra PUREZA en otra tradición religiosa (oriental) se entiende como libertad
respecto al velo emocional. Detallo que en mi entender, la imaginaria línea que
divide al mundo en Oriente y Occidente parecería realmente edificar una manera
particular de ver y sentir la realidad por quienes habitan en sus tierras. El
tema de la sexualidad en Oriente fluye de una manera más integral al ser
humano. La noción de purificación, mortificación corporal no involucra
necesariamente una negación del placer, del goce, como se ha pretendido desde
cierto ideal en Occidente. Este tema es tan extenso y enriquecedor que tengo, por
elección, toda la vida para seguirlo profundizando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario