martes, 15 de abril de 2014

Hablando de semblantes religiosos: Roger de Taizé

No puedo negar los trajes religiosos con los que uno nace al ingresar a la cultura que lo recibe. Digo trajes porque nos (re) viste la desnudez con la cual despertamos al mundo. Algo perdemos y la religión constituye un intento por velar esa falta que aun con trajes de rey o de mendigo, no podemos cubrir. En mis avatares por la vida, la religión ha hecho y deshecho un sin fin de ideales que con el tiempo, han caído. En fin, ese será otro tema para escribir.

A propósito de los semblantes religiosos típicos de la mencionada santa semana, propongo al lector un interés particular que tuve hace algunos años atrás. Me mencionaron a un hermano Roger que había creado una comunidad ecuménica cristiana y que, acogiendo a personas de diversas partes del mundo cada año, se dedicaban a cantar pasajes de los evangelios, versos de poetas místicos como Teresa de Ávila y de mi tan apreciado Juan de la Cruz, a modo de mantras (mi gusto en aquel entonces incluía estudios sobre los efectos psíquicos de la repetición de mantras por un intento de domar la mente)

Comencé a preguntar a mis amigos de aquel entonces y tuve el privilegio de escuchar testimonios de gente cercana que había acudido a aquellos eventos en Francia. Me compartieron toda la discografía y hasta me facilitaron el libro de cantos (la comunidad recita versos en inglés, español, francés, alemán). Lo sorprendente de todo es que el hermano Roger de Taizé (comunidad francesa) había dado refugio a judíos durante la II Guerra Mundial, hecho que enfurecía a los tan conocidos nazis.

El hermano Roger escribió libros con una experiencia espiritual sorprendente (entiéndase sentido de vida), lo que significa que se alejaba de ese castillo de naipes que forma la "catequesis oficial". Yo tiendo a sumergirme en escritores que rompen esos paradigmas o encuadres religiosos de una supuesta moral perfecta (y hablando de ley, esa que la constituye aquel superyo que goza masacrando y haciendo sufrir por la culpa pecaminosa). Este hombre habla de vivencia consigo mismo y con la Trascendencia (inserte aquí Dios, Sentido, Humanidad, o como mejor le resuene).

El hermano y su comunidad me permitieron descubrir que a una sola voz resuena lo que se denomina  Amor. El traje de la religión ya no me queda, quedó corto hace mucho tiempo. Lo que sí me queda, son los testimonios de quienes no ven a un Dios institucionalizado o miembro de algún club de fin de semana. Testimonios que vibran en humanidad y para quienes los semblantes religiosos, van más allá de las cuatro paredes de las iglesias.

Les comparto uno de los cantos que más aprecio: Stay with me




*En la imagen podemos observar a la comunidad de Taizé orando en bancos de zen (¡vaya diálogo inter-religioso)

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