lunes, 21 de abril de 2014

El Padre como síntoma

Comparto este texto tan fecundo que encontré a propósito de los semblantes religiosos de los que somos testigos en estas últimas semanas. En próximas publicaciones hablaré de la importancia del mito en la estructuración psíquica de la civilización humana. 

Por Ronald Portillo
Publicado en: http://www.lacanian.net/Ornicar%20online/Archive%20OD/ornicar/articles/prt0028.htm

"Moisés y la religión monoteísta", el último gran texto freudiano constituyó un excelente pretexto para insistir en uno de los temas que más acaparó la atención de Freud a lo largo de su obra: la cuestión del padre.
Freud se sirvió del mito para abordar la cuestión del padre. El mito de Edipo, tomado de Sófocles, el mito del "Urvater", y la "construcción mítica" sobre la muerte de Moisés, a partir del texto de Oseas, muestran la recurrencia freudiana al mito para dar cuenta de la función del padre, tanto a nivel del sujeto como de la masa.
La figura del padre en los mitos freudianos presenta una característica similar: la muerte por asesinato. Tal muerte tendrá una estrecha relación en la elaboración freudiana con la satisfacción pulsional y con la verdad inconsciente.
Freud relaciona la prehistoria individual, marcada por la represión inconsciente encuadrada por el Edipo, con la prehistoria de la especie humana, que ha olvidado o reprimido la causa de su origen. Así como las elaboraciones en análisis tienen por finalidad la recuperación de la verdad reprimida, habría necesidad de realizar construcciones que puedan venir a llenar las lagunas existentes en cuanto al origen de la civilización. Se podría decir que Freud concibe estas construcciones como un hecho de invención, como una ficción. La verdad inconsciente de la historia, tanto del sujeto como de la civilización, tiene estructura de ficción, tal como lo plantea Lacan.
Freud establece una analogía entre la amnesia que presenta la humanidad en relación al parricidio original, el olvido al que ha sido sometido Moisés por el pueblo judío y la represión que se sucede en la neurosis. La vertiente inconsciente del síntoma neurótico, dada por el retorno de lo reprimido, encontrará un correlato de malestar o síntoma en la civilización caracterizado por el retorno de la verdad reprimida sobre el magnicidio primordial. Igualmente Moisés constituye la expresión de una verdad inconsciente del pueblo judío, que no habla de él, lo ha reprimido del texto sagrado. Para Freud Moisés había sido doblemente asesinado: en la realidad y en el texto. Sin embargo quedan restos, quedan trazas que hacen imposible su borramiento. Moisés, cual síntoma, regresará desde lo reprimido por vía de algunos profetas, aunque sean menores, como es el caso de Oseas, comentado por Sellin, estudiado por Freud y retomado por Lacan en los Seminarios VII y XVII.
En cuanto al mito de Edipo, Freud se declaró desde muy temprano como seguidor de Sófocles. Tanto el asesinato del padre como el goce de la madre por parte del hijo se producen sin que Edipo lo sepa, son inconscientes. El sujeto freudiano esconde o reprime el deseo edípico inconsciente de matar al padre y ese deseo va a retornar bajo la forma de síntoma. Este esquema se repite en los tres mitos mencionados, se estructura en la constitución del deseo inconsciente de la muerte del padre y su posterior regreso sintomático desde lo reprimido. De aquí que Freud considere que en la medida en que un sujeto pueda encontrarse con la función del padre muerto, sin reprimirla, podrá acceder a la dimensión de la realidad de su deseo.
Lacan va más allá de Freud al plantear en el Seminario XVII que el asesinato del padre está ligado al registro del goce. Se puede apreciar en el mito del "Urvater" y en el del Edipo una relación temporal inversa entre el goce y el asesinato del padre, pues mientras en Edipo primero sucede el asesinato y luego hay acceso al goce, en "Totem y tabú" es a causa del goce que se sucede el asesinato. Para Lacan el mito del "Urvater" expone la imposibilidad real que tiene todo sujeto para acceder al goce absoluto, dado que el padre primordial asesinado se lo llevó a la tumba con él. Por razones de estructura ese goce es imposible de tener, solo se pueden alcanzar pequeños goces permitidos. Sin embargo la vía perniciosa del síntoma neurótica le permite al sujeto el encuentro con el goce. El síntoma constituye una forma de goce, una forma de satisfacción pulsional de ordinario imposible para el sujeto.
Así el síntoma presenta una doble composición en relación a la instancia del padre muerto. Por una parte se liga a la verdad inconsciente de un deseo de muerte del padre que retorna en la formación sintomática y por la otra se articula al goce vuelto imposible por la muerte del "Urvater" y que el síntoma hace ex-sistir.
Lacan señala en su Seminario "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" que en los mitos freudianos de la muerte del padre se perfilaba la regulación del deseo de Freud (1). Cabe cuestionar el motivo de la recurrencia freudiana sobre la muerte, por asesinato, del padre. La insistencia sobre el asunto alerta sobre su implicación inconsciente. Resulta difícil no inferir una verdad reprimida del sujeto Freud en relación a los mitos de la muerte del padre, al igual que existe algo de lo que no quiere saber nada el sujeto en el síntoma neurótico.
En "El envés del psicoanálisis" Lacan sostiene que el Edipo es un sueño de Freud, podríamos agregar que los otros mitos freudianos también lo son. El sueño, como toda formación del inconsciente, amerita un desciframiento pues presenta un contenido manifiesto que vela u oculta un contenido latente. De este modo, según Lacan, la muerte del padre en los mitos freudianos no sería otra cosa que una cobertura, un contenido manifiesto que encubre otra cosa.
Freud no se cansó de repetir que el sueño, lo mismo que el síntoma y las formaciones del inconsciente, era una realización de deseo. De aquí que al considerarse el mito de la muerte del padre como un sueño se pueda decir que contiene la clave del deseo de Freud, o al menos suministra ciertas señales para identificarlo. Lacan considera que los enunciados de los mitos freudianos habría que tratarlos como al contenido manifiesto de un sueño (2).
Lo que no es explicitado en el Edipo viene a ser expuesto por Freud en el enunciado de "Tótem y tabú": el goce del padre. Constituye la única referencia freudiana de la excepción, un padre cuyo goce escapa a toda ley, a toda prohibición. Se trata de un padre dueño y señor del goce. El padre primitivo con su goce exclusivo exhibe la particularidad de la excepción, fue asesinado pero nunca sufrió el proceso simbólico de la castración, estuvo eximido de ella. Este padre muerto o padre del goce es el padre real que Lacan nos presenta como el operador estructural ubicado más allá del Edipo y que introduce lo imposible en el centro de la enunciación freudiana (3). La verdad del contenido latente de los mitos freudianos está dado por el goce del padre.
Es en este goce que se puede reconocer la verdad del deseo de Freud: exceptuar al padre de la castración o lo que es lo mismo salvarlo de la renuncia a la satisfacción pulsional. Este elemento identifica el eje fundamental que recorre "Tótem y tabú", texto llamado por el mismo Freud su "preferido”. Lacan considera precisamente a este texto como un producto neurótico, un texto que hace síntoma en la obra de Freud: "Ha faltado que yo espere este tiempo para que una tal aserción, a saber que "Tótem y tabú" es un producto neurótico, sea posible sin que, por eso, yo cuestione para nada la verdad de la construcción. Es por eso mismo que es testimonio de la verdad. No se psicoanaliza una obra y menos la de Freud que cualquier otra. Se la critica." (4)
El síntoma neurótico de salvar al padre de la castración no descalifica la verdad de la construcción freudiana, al contrario el padre muerto resultante en "Tótem y tabú", equivalente a lo imposible del goce, vendría a funcionar como una suerte de anudamiento de las diferentes figuras o aspectos del padre presentes en los mitos freudianos: el padre simbólico del Edipo, el "Urvater" de la obscenidad imaginaria y lo real de las huellas de verdad dejadas por Moisés.
En la topología del nudo borromeo, desarrollada por Lacan en la última etapa de su enseñanza, se valoriza la función del síntoma como lo que viene a suplir la función del Padre en tanto Otro inconsistente: S(A/). Cada una de las diversas figuras del padre freudiano dejan ver su inconsistencia: el padre edípico sin saber por qué moría dejaba un pueblo lleno de dificultades, el "Urvater" era un tirano caprichoso y Moisés aparece como un padre descuidado y olvidado por su propio pueblo. El padre como síntoma en Freud, exceptuado de castración, viene a darle consistencia al Padre, lo hace ex-sistir.
En Freud lo necesario de la constitución del síntoma de un padre exceptuado de castración que supliera a un padre inconsistente lo ilustra la siguiente anécdota: su padre le había contado que en una ocasión un cristiano le quitó de un manotazo el gorro que llevaba puesto al tiempo que le espetaba " judío, bájate de la acera " ¿Y tú qué hiciste? le preguntó Freud al padre, quien respondió: "me baje a la calle y recogí el gorro". "Esto no me pareció heroico de parte del hombre que me llevaba a mí, pequeño, de la mano. Contrapuse a esa situación, que no me contentaba, otra que respondía mejor a mis sentimientos: la escena en que el padre de Aníbal, Amilcar Barca, hace jurar a su hijo ante el altar doméstico que se vengará de los romanos. Desde entonces tuvo Aníbal un lugar en mis fantasías ", escribió Freud en el capítulo V de la "Tramdeutung" (5).


(1) Lacan (J.), "Le Seminaire XI, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse", Paris, Le Seuil, p. 29.
(2) Lacan (J.), "Le Seminaire, livre XVII, L’envers de la psychanalyse", Paris, Le Seuil, p. 135.
(3) "Ibid.", p. 143.
(4) Lacan (J.), Seminaire XVIII, " D’un discours qui ne serait pas du semblant ", séance du 9 juin 1971, inédit.
(5) Freud (S.), "La interpretación de los sueños", Tomo IV, Buenos Aires, Amorortu Editores, p. 211.


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